Probando una cámara de placas


Cuando era pequeño me gustaba ver en las películas esas cámaras en las que el fotógrafo se metía debajo de una manta y sacaba el disparador diciendo «mirar al pajarito». Siempre quise estar bajo esa manta para disfrutar de esa experiencia.

En ocasiones la vida te da la posibilidad de llevar a cabo los sueños y cuando aparecen es mejor no dejarlos escapar para que en el futuro no te arrepientas. Eso es lo que hice.

Tras haber realizado un cursillo de fotografía con un profesor de la universidad me comentó que tenía una cámara de placas, yo esperanzado le pregunté a ver si me la podría enseñar. Me dijo más de lo que yo esperaba, me comentó que me daría unas clases particulares de como utilizarla. De esta manera estuve recibiendo lecciones de como usar una «Linhof».

El equipo venía en una maleta tirada por un carro y un señor trípode aparte. Eliges lo que quieres fotografiar. Colocas el trípode. Sacas de la maleta la cámara, con decir la cámara me refiero al montante trasero donde va incorporado el vidrio esmerilado y unido mediante los raíles el montante delantero, también conocido como porta objetivos. Ajustas la cámara al soporte y despliegas los montantes dejándolos a una distancia de unos 20cm. Después sacas el fuelle y lo enganchas mediante las pestañas a cada uno de los marcos, creando de esta manera la cámara oscura. Finalizado esto eliges el tipo de objetivo que quieras utilizar para la toma de la fotografía y lo colocas, previamente habiéndole quitado ambas tapas. Ya esta la cámara montada.

Antes de echar un vistazo por el cristal debes tener en cuenta los niveles para que la cámara este completamente recta, en el caso de que quieras que el horizonte quede paralelo a la cámara. Tras esto te echas la manta a la cabeza para ver a través del vidrio, sin la manta no verías nada por la luz que hay en el ambiente. Primero enfocas a groso modo desplazando por los raíles el porta objetivos, para adelante y para atrás hasta que veas la imagen más o menos nítida. En un principio al verlo así creerás que está totalmente nítida. Sin embargo, después cogiendo una lupa de aumento y colocándotela en el ojo, como hacen los joyeros para valorar una pieza, lo apoyas en el vidrio y verás, para tu sorpresa, que la imagen esta borrosa. Por lo tanto, comienzas a enfocar mediante una pequeña rueda situada junto al montante trasero de manera más detallada.

Cuando creas que ya los has conseguido quedan los desplazamientos, los basculamientos, la ley de Scheingflug y los giros de cámara. Pero esto son aspectos técnicos que se escapan de mis conocimientos. He realizado todos los movimientos en mis prácticas pero es algo muy complejo que yo no sabría explicar. Cada vez que realizas uno de los movimientos tienes que volver a enfocar y al terminar vas cerrando el diafragma hasta que veas que esta totalmente nítido.

Tras esto con el fotómetro mides las luces y las sombras que aparezcan en la imagen. Al tenerlas todas memorizadas se decide a que se le va a dar más importancia en la imagen, si a las sombras o a las luces. Después de ese dilema se pone la apertura del diafragma y la velocidad de obturación.

Al final, cuando veas en el cristal la imagen que tú querías, por cierto, casi se me olvida, ves la imagen al revés. Es decir, en el vidrio ves el techo abajo y el suelo arriba. Después de este pequeño lapsus, quitas el vidrio esmerilado y colocas el chasis portapelículas. Eso fue en mi caso, también esta la opción del chasis Polaroid y el chasis digital. Finalizado el cambio cierras el diafragma, colocas el disparador en su sitio (junto al objetivo) y ¡disparas!

Esta es una de las fotografías que yo saqué, como se puede observar tengo mucho que aprender. Pero me quedo con el recuerdo y la experiencia de haberlo vivido.

Todo esto te puede llevar una hora fácilmente. Esto si es fotografía. Tras esta experiencia cada vez que salgo con mi réflex la veo tan pequeña…

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